A casi dos años de la llegada del Presidente Peña
Nieto y de la firma del Pacto por México, la economía sigue con bajo desempeño,
la inseguridad no se ha logrado controlar del todo, pero se ha logrado lo que
nadie antes había podido, romper, a través de la operación política, el status
quo de México.
Y este logro digan lo que digan no es menor, y
menos en un país en donde sus sistemas político, social y económico se formaron
a través de monopolios privados y estatales. En México llegó una época en dónde
todo era cuestión de monopolios, en dónde el enfrentamiento entre los hombres
ricos y poderosos fue generando que cada uno de los extremos se fuera
atrincherando en sus barricadas y lo que soltaba un bando el otro se hacía
dueño y así se formaron los grupos y liderazgos de la política, los sindicatos,
los empresarios y hasta la misma sociedad; posteriormente se crearon los
contubernios en donde se sobrevivía, unos generando poder tener el poder de
otorgar los recursos del gobierno, mientras que otros los recibían felizmente.
Después llego la alternancia, en donde el partido
en el poder creía que la democracia era una varita mágica que balanceaba a
todos en el Estado, y la moneda se volteó y lo único que pasó es que los proveedores y
negociadores del gobierno cambiaron de color, generando una nueva de
interlocutores sociales.
Cambiar el estatus quo fue romper estas viejas y
nuevas reglas mediante la generación de un entendimiento de los problemas, una
propuesta a futuro y una operación política que generó cooperación entre los
sectores, para mí esa es la gran noticia del informe, todo lo demás ya estaba
dicho, requeté-anunciado.
Y la mayor consecuencia de todo esta operación, es
una mejor noticia, es el regreso a la institucionalización de nuestro sistema,
de los partidos, de, valga la redundancia, las instituciones y hasta
increíblemente de la política.
Si analizamos que es lo que ha estado pasando
podemos decir que hoy tenemos una izquierda que se porta de manera
parlamentaria, que el PRD presida al mismo tiempo al Senado y a la Cámara de
Diputados es un notición que no pareciera tener importancia, pero la tiene; que
el mismísimo AMLO ande por el país en sendas camionetas Suburban nuevas y seguramente
blindadas, decentemente haciendo campaña y organizando su partido político,
también es una noticia, después de todos sus antecedentes, claro que tendrá que
pasar la prueba de fuego de la institucionalidad cuando deba de alcanzar el 3%
de la votación, el cuál mal o bien con una estructura partidista como el PRD
fue fácil, ahora ya tendrá su oportunidad de demostrar si el discurso rancio y
bajo las nuevas circunstancias puede pegar en una población con rasgos diferentes
a los de hace 6 años.
Claro no todo es miel sobre hojuelas para esta
administración. Esta institucionalización de la que hablamos, al parecer, se le
atragantó al PAN, y acto seguido del informe, lanzó a todos sus soldaditos a
criticar férreamente al Presidente bajo el argumento que todo lo que se informó
fue logro de ellos, los diputados; ahora los trasnochados y de argumentos
rápidos y a destiempo son los panistas, que parecieran que no pueden aguantar
que la izquierda se vea mas cuerda y como hermano berrinchudo, no acepta que el
otro obtenga los premios de la institucionalización, peleando el lugar que
ellos quisieron abandonar por gusto.
Hoy el PAN parece más balcanizado que el mismo PRD
y México, mal o bien, lento o no, transita cuidadosamente evadiendo baches,
problemas y escándalos, con pequeñas sorpresas que nos guste o no, van
sorprendiendo; acabo de escudriñar la obra del aeropuerto y más allá de la
resolución política y social, los de Atenco no pueden quejarse, ni quien los
toque, el simple hecho de traer al mejor diseñador de aeropuertos del mundo
hace ver que México puede tener visión de grandeza, y lo único que se me viene
a la mente son dos cosas, la primera, ¡por supuesto que este país se merece una
obra así!, y la segunda, ¿Por qué antes a nadie se le había ocurrido?
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