domingo, 22 de junio de 2014

Puto

Estoy totalmente desconcertado, no entiendo nada, no soy un gran fanático del fútbol pero quedo asombrado ante la decisión de la FIFA de querer sancionar a un país por una práctica y ya tradición de la afición mexicana: la de gritar, “p…” cuando el portero despeja el balón de su portería.

Quedo anonadado, ante la reacción de tirios y troyanos y sus embates a través de la prensa mundial, unos por liberales otros por conservadores, por una simple y sencilla practica nacional, ahora exportada gracias al mundial de fútbol, de la misma manera que en otro mundial se exportó al mundo el canto del cielito lindo durante los partidos y que si no me falla la memoria, se convirtió en una práctica en el fútbol alemán.

Mi asombro es mayúsculo cuando nadie me ha podido dar la explicación, razón o motivo, por la cual nace esta práctica, o si simplemente es una genialidad de algún aficionado.

Quedo sorprendido, ante la rapidez de la FIFA de juntar a sus jueces, y generar el proceso de investigación, deberíamos aprender aquí en el Congreso mexicano de esta rapidez y eficiencia en las investigaciones.

En fin, el caso es que va a ser la primera vez, creo yo, que un grito de guerra, una expresión genial y divertida, con una de las palabras más emblemáticas, significativas y arraigadas de nuestra cultura, y una práctica local que hasta ahora a nadie hace daño, será puesta ante un tribunal y la óptica homofóbica mundial, para ser… posiblemente sancionada.

Dicen los que saben que la FIFA sólo podría implementar una multa económica a nuestro país por dicha práctica, lo que no deja de ser impactante, que una organización privada mundial dedicada a uno de los más grandes deportes en el mundo, y con una de las más grandes prácticas corruptas en el mundo, se convierta en entidad juzgadora y moralina, ante una costumbre y práctica local. Cosas increíbles de la globalización.


Todo este asunto me hizo recordar aquella película de Sylvester Stallone llamada "Demolition Man", que presentaba un mundo futuro con extremas normas sociales y en donde por cada grosería que se llegaba a decir se generaban infracciones a través de una maquinita pegada en la pared que emitía un chirrido al momento de escucharla, ¿ficción o camino a una cruel realidad? ¿Sabrá Dios, diría el clásico, moviendo rápidamente sus manos, mientras que el portero prepara la pelota para un saque de meta, antes de gritar con todos sus pulmones P…………………, junto a otras miles de almas, para hacer vibrar todo el concreto de un estadio de futbol? 

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