Inicia el último año; se ha mencionado siempre que es un año de mucha soledad para el presidente de la República en turno, por dos simples razones.
Primero, empieza el abandono por parte de miembros del equipo cercano para acomodarse en posiciones electorales y, al iniciar la carrera electoral, el presidente pasa a segundo plano, ya que todos los reflectores son para los candidatos en cuestión.
Es un año para cuidar el mandato, la Presidencia y la estabilidad del país, es un año para preservar la historia futura, del pasado-presente que termina en 2012. El panorama es complejo; independientemente de lo aguerrido de la contienda electoral, la inseguridad sigue a la alza, se avecina una depresión económica mundial muy fuerte y el peso de las premoniciones del famoso año 2012 no ayuda tampoco. Existe, además, un factor extra que agrava la situación: la Presidencia como institución está muy debilitada y mantener el balance, ante la posibilidad de perderla para su partido, permite presiones adicionales.
Es un año en donde se puede ganar o perder todo; el último año de José López Portillo terminó con devaluación, nacionalización de la banca y el país en bancarrota, después de una amenaza de que administraríamos la abundancia.
Recordemos que la Presidencia omnipotente y poderosa de Carlos Salinas se derrumbó el último año; supuestamente, con la firma del TLC, ese periodo sería miel sobre hojuelas y se convirtió en un año de desgracias en donde hubo de todo y, para no hacer el cuento largo, esa Presidencia terminó en huelga de hambre y en un exilio.
Vicente Fox terminó su Presidencia sin pena ni gloria, entre que él, al sentir la soledad del último año, ya se quería ir antes de tiempo, y todos los demás, por la decepción de su mandato, ya querían que se fuera. Ese año final no tuvo grandes asuntos más que el candidato rebelde que le ganó la Presidencia. El mandato de Fox termina en un zafarrancho en la Cámara de Diputados, en una difícil entrega de poder, entrando junto con el presidente electo Calderón, por la puerta trasera del Pleno, de la Cámara para que el primero terminara y el otro tomara el poder en medio del último escándalo de la Presidencia de Fox.
Por otro lado, el presidente Zedillo, que inicia su Presidencia en medio de todo el escándalo de Salinas y con una incredulidad nacional muy alta, termina su Presidencia en una posición muy distinta, en la misma soledad que todos, pero con una transición, la más importante de los últimos tiempos, tranquila y sin problemas, al mismo tiempo que entrega una institución presidencial fuerte a pesar de haber tenido una elección compleja; un gran pleito interno que terminó con la noticia de que el PRI pierde la Presidencia.
Como se puede ver, en el último año presidencial se puede despedazar un sexenio, por la falta de cuidado, los excesos o por las presiones y choques de los grupos de poder peleando por la Presidencia.
Serán momentos difíciles que se vivirán a partir de ahora en Los Pinos, pero es muy importante, también, entender que en este juego de poder se está jugando la fragilidad de la institución presidencial, que en la vida real no la ha pasado bien en estos últimos 12 años en manos del PAN, por la simple idea de que nunca entendieron su estructura y funcionamiento que, aunado al golpeteo de los conocedores y fundadores de concepto del poder central, pudieron desplazar el poder a las cámaras legislativas, generando así el mecanismo para la debilitación sistemática de la Presidencia.
Inicia el tramo final y, como muestra, vemos que las noticias presidenciales empiezan a perderse; ya no causan efecto porque todos están mirando hacia 2012.
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