Como sociedad estamos horrorizados; primero, por la desgracia y el fallecimiento de gente inocente; y segundo, por la desfachatez y la sangre fría con la que la delincuencia organizada quemó un casino en Monterrey. Ya se confirmó la sospecha de que fue por el simple hecho de no pagar su derecho de piso a las bandas organizadas, esto nos remonta irremediablemente a los tiempos de Al Capone y la actuación de la mafia en los Estados Unidos, es la referencia más cercana que tenemos.
Desafortunadamente, no es lo mismo lanzar una granada que entrar y quemar un lugar, quiero suponer que los mismos delincuentes, en la locura y paroxismo que vivimos actualmente no midieron las graves consecuencias de un acto de esa magnitud, y no sólo por las muertes causadas, sino por el hecho de la indignación causada en la sociedad.
La delincuencia basa su actuación en la indefensión de sus víctimas, en la sorpresa; es la verdadera lucha del yo soy el malo y me atrevo, tu eres el bueno y no debes agredir porque hay leyes. Hasta la fecha, los delincuentes han basado su actuación en este miedo individual y en la queja generalizada de la sociedad por la injusticia que generan los políticos. El dilema que enmarcara esta lucha se manifiesta en el abuso que hace la delincuencia y la falta de respeto por los derechos humanos, inclusive de los que matan y que hoy se hace desde algunas ONG creadas ex profeso.
Ante este escenario, pienso que ésta presión hizo que los mismos grupos delincuenciales señalaran o entregaran a los causantes. Perdón por la desconfianza, pero ¿por qué ahora de manera inmediata y sin ningún problema encontraron tan rápido a los causantes?, ¿Por qué ahora no hubo narco bloqueos?, ¿Por qué ahora no hubo enfrentamiento con los sicarios? No se disparó una sola bala para atrapar a los causantes. Es muy sencillo, a TODA la sociedad, incluyendo a los delincuentes, les convenía que se atraparan a los causantes.
Con estos hechos, el hartazgo de la sociedad llegó a su límite, en donde se empieza a escuchar un verdadero grito de: ya basta con gran firmeza, y no en las autoridades, pero si desde y en la sociedad. Como resultado de esto se organizaron las conocidas manifestaciones “de cacerolas” al día siguiente del ignominioso acto, así como otra cantidad de manifestaciones de dolor y repudio.
También se oyeron voces con todo tipo de expresiones repudiando los hechos: ¡Ya es suficiente! ¡No más! ¡Hasta aquí!, y algunas otras que preguntaron si este es el limite de lo que puede aguantar la sociedad. Hasta el ex presidente Fox con sus acostumbrados exabruptos públicos invitó a crear una ley de amnistía generando una polémica que distraerá la atención del verdadero foco del problema.
Todo esto lo único que hace ver, es que somos una sociedad fallida.
He dicho hasta el cansancio que estamos a punto de ser un Estado fallido, pero nunca antes había usado el termino de sociedad fallida, y me queda muy claro que las autoridades están sobrepasadas desde hace mucho, pero si revisamos y comparamos muy a fondo los últimos hechos que han estado pasando en México, no cabe duda que como sociedad hemos sido capaces de permitir que todo esto pase poco a poco hasta llegar a este nivel de descomposición.
Hemos permitido una corrupción rampante, y no hacemos nada, nosotros mismos aceptamos el camino rápido y fácil de no respetar las leyes y pagar por no haberlas cumplido; si nosotros lo hacemos, por qué la delincuencia no puede comprar a policías y autoridades, no me cabe en la cabeza un acto de la magnitud de lo que pasó en Monterrey, sin actos de corrupción alrededor, ya sea por dinero o por incapacidad u omisión.
Otra muestra clara de nuestra descomposición social es la última noticia de cómo un par de mujeres insignificantes, escenificaron un acto indignante al ser detenidas por unos policías en la zona de Polanco y demostraron su prepotencia, falta de educación y toda una pléyade de los más bajos actos humanos en contra de unos trabajadores, autoridades y personas, que trataban de hacer su trabajo. Ellas prepotentes y altaneras. Conforme salía más información a la luz pública, nos dimos cuenta de que una de ellas cobraba en la policía, con lo cual se puede añadir a los calificativos de dichas mujeres el de: corruptas.
Lo grave del asunto es que ambas, supuestas actricitas, en su momento fueron pseudo admiradas por la sociedad debido a su participación en diferentes eventos televisivos y hasta se les considero de alguna manera líderes de opinión, aunque sea por cinco minutos, pero en eso se escudaron para actuar esa madrugada en Polanco. ¿Son estos los valores que como sociedad estamos impulsando?
Desafortunadamente, como siempre, alrededor de estos hechos, siempre sale a relucir, que los permisos del establecimiento no están en regla, que las salidas de emergencia no servían y un sinnúmero más de errores que sólo significan más corrupción.
En México, siempre nos ha sido muy fácil echarles toda la culpa a los políticos por lo que no hacen por orientar la sociedad, pero, hoy, ante estos terribles hechos, ha llegado el momento en que debemos darnos cuenta de lo permisivos que nos hemos vuelto como sociedad, envueltos en los pleitos y enfrentamientos de los políticos, que seguramente también han utilizado a la delincuencia como ariete político. Pero, ahora con la corrupción que tenemos y la permisividad ante la injusticia, está llegando a un nivel totalmente descontrolado para todos.
Ojalá, ésta situación sea el punto de quiebre para hacernos cambiar, pero, qué infortunio que haya sido a través de la pérdida de vidas humanas. Desafortunadamente, ya empezamos a ver a los depredadores políticos aprovechar estos hechos para abonar a sus causas electorales.
Estos hechos son de los casos graves que cambian la historia política del país, de último momento el Presidente cambia el formato y el lugar de su Informe presidencial; por las declaraciones de Vicente Fox. El Presidente se enfrenta y hace declaraciones muy fuertes para poner una línea muy estricta que lo aleja de la posición del ex presidente. Con el asunto de los permisos de los casinos, seguramente se verá afectado Santiago Creel que fue quién los concedió. Ya se pide la renuncia del Gobernador de Monterrey, y finalmente el escenario político electoral, cambio radicalmente. Hoy, ante estos hechos ninguna campaña política, o campaña de comunicación política, ni convence, ni beneficia a nadie.
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