Regresamos
a la política de desecho. En México tenemos la mala costumbre de que lo que no
sirve lo tiramos, esta actitud permea en toda nuestra cultura tanto en la vida
pública como la de los negocios; nuestros problemas son tan grandes, tan mal
diagnosticados y queremos soluciones tan rápidas que no le damos tiempo ni a
que funcionen, ni a que se implementen, somos una cultura de cortoplacismo y
por ende suicidas. Si a esto le sumamos que somos oportunistas y a todo lo que
brille más que nosotros lo tratamos de destrozar (recordemos el chiste de las
cubetas de cangrejos), nos convierte en una sociedad de desecho y hasta suicida,
podríamos decir.
Si
no sirve un plan o programa lo tiramos a
la basura, si no sirve un político, lo quisiéramos tirar a la basura aunque
realmente no se pueda; si no sirve un entrenador de fútbol, a su casa que venga
uno nuevo; y así todos podríamos seguir dando ejemplos. Lo más grave de esta
cultura es lo que en el fondo representa, somos una sociedad que no acepta los
problemas que causa y acostumbramos a echarle
siempre la culpa a cualquier externo, no nos gusta aceptar que los
problemas son por nuestros actos, por participación o por omisión.
En
el fondo, lo que nos afecta nos mueve el tapete, nos cambia el estatus quo, de
entrada lo reprobamos, y no sirve por la simple y sencilla razón de que no lo
controlo, y empezamos con los pretextos: “es que nadie me aviso” o “porque yo
no lo propuse y punto”, y todo termina en crear posiciones extremas que se
resumen en si yo no lo digo no me interesa y no lo voy a hacer. Somos una
sociedad poco colaborativa y solidaria con nosotros mismos. El peligro es que
esto nos lleva a grados máximos del suicidio social y como bien dice el dicho
nacional: por eso estamos como estamos. Cuando en determinadas situaciones existe
confianza y colaboración, podemos tener casos muy claros de éxitos rotundos, en
casos contrarios esta cultura nos lleva directamente a que no exista un diálogo
entre mexicanos y entonces no avanzamos.
Después
de tres años de tener cierta armonía en nuestra cámara de legisladores, a
través del “Pacto por México”, creado al inicio de la Presidencia del
presidente Peña Nieto y operado por Aurelio Nuño, México logró una serie de
reformas que están generando una nueva estructura legal para enfrentar el
futuro, buenas, malas o regulares, incompletas o inconclusas, se le dio una
giro dinámico al país, rompiendo ciertos monopolios públicos y privados; como
sea, se dio un avance en el país, hubo colaboración y dialogo, pese a quien le
pese.
Hoy,
en menos de 48 horas del inicio de la nueva legislatura, nuestros queridos
políticos, con una corta visión electorera y de regreso a la política del
desecho, volvieron a convertir el recinto legislativo en un circo, en una Torre
de Babel, en donde el egoísmo y la arrogancia no permitió el diálogo y
volvieron las mantas, los gritos, los abandonos por la patanería de nuestros
políticos. Volvimos a parecernos a la legislatura de Ucrania, al rato no
faltarán golpes y batidillos de diputados haciendo el ridículo frente a la
tribuna nacional. Ya tenemos de nuevo discusión de sordos, mudos, locos, un
inexistencia del diálogo y quien sabe que más cosas nos esperan, seguramente hasta
volverán a tomar la avenida.
A dos días de iniciada esta legislatura y ya
nos colmaron la paciencia con discursos de una pobreza intelectual enorme y
posiciones retrogradas y anquilosadas, al parecer los del PRI sintiendo que son
mayoría se envalentonan, a los del PAN se les olvida todo lo que hicieron
durante sus doce años en la Presidencia, y los del PRD no voltean a ver a su
partido destrozado y se les olvida sus gobiernos fallidos empezando por el DF,
pasando por Morelos y llegando hasta Villahermosa.
Obviamente,
ante esta tesitura y con esta cultura del desecho, para nuestros nuevos
legisladores y los partidos políticos, lo bueno o malo que se hizo en los tres
años, el informe del Presidente es malo y el país se está cayendo a pedazos sólo
por la culpa de un hombre, el Presidente Peña Nieto; nadie más es el culpable,
no son los diputados ni los partidos que detuvieron, cambiaron o modificaron
las iniciativas. Hoy, el mal en el país es simple y sencillamente el
Presidente.
No
quiero sonar a que defiendo a Peña Nieto, no es mi chamba ni mi interés y cada
uno deberá de sacar su propio juicio y la Presidencia su chamba de comunicar
mejor sus logros, lo que si no estoy de acuerdo es que en el discurso de los
políticos no quieran aceptar que la situación actual es culpa de ellos mismos,
por participación u omisión.
Y
lo que más nos debiera molestar a todos los mexicanos, o por lo menos a mi sí,
es que todo este circo lo hacen para desviar la atención de algo que es más
grave y que fue denunciado por Luis Carlos Ugalde en su último reporte sobre el
actuar de la última legislatura: la noticia buena fue sí, sí trabajaron mucho y
gracias al Pacto por México; la mala es que la falta de transparencia y la
opacidad con la que se manejan los recursos es enorme. Son miles de millones de
pesos que reciben y administran sin dar cuentas; y si a eso sumamos lo que
reciben sus partidos por parte del INE para mantener los aparatos burocráticos
de cada uno de los partidos, estamos hablando de una cantidad desorbitante de
dinero. Ahí entonces, es cuando ya no hablan ni dicen nada.
Quién va a legislar para cambiar el actuar y
la operación de los legisladores ¿ellos mismos? ¿Cuántas leyes e iniciativas
tienen atoradas por interés económico o político? Ahí es en dónde está el
verdadero nudo mixteco que está deteniendo al país, pero eso sí, nuestros
legisladores y partidos políticos no aceptan tener parte de la culpa, simple y
sencillamente el Presidente es el culpable, ya no importa ni siquiera quien sea.
Así es nuestro México por desgracia. Habrá
que esperar si es que la lógica de la reelección pueda cambiar esta dinámica.
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