Cuando un gobierno quiere
hacer reformas del calibre de las que está haciendo México, genera que para
romper el estatus quo se tengan que enfrentar a los monopolios del país, y no
solamente estamos hablando del enfrentamiento entre los monopolios privados, en
donde se convierte en una guerra comercial, sino que también estamos hablando
de que a su vez estos monopolios privados se enfrentan a los monopolios
público: el gobierno federal por una parte y los partidos políticos por la
otra, amén de que si en la materia a reformar existe un monopolio laboral,
estamos hablando de que cambiar el estatus quo se convierte en un dolor de
cabeza. Esto es lo que estamos viviendo.
En este caso los
monopolios sean públicos o privados, se convierten en un monstruo de mil
cabezas, ya que por los intereses creados en cada uno de los sectores, estamos
hablando de grandes concentraciones de poder y dinero, creados y mantenidos por
años.
Este tipo de cuestiones
normalmente no es entendido por el ciudadano común, que lo único que quiere es
ver tres cosas de manera rápida y expedita: uno, un beneficio económico que le
represente ahorros a su bolsillo o mejoras sustanciales por eficiencia; dos,
quisieran ver sangre, valga la expresión, el ciudadano de a pie, al no entender
las complicaciones económicas de sectores comerciales que implican competencia
local y factores de competencia internacional, quiere ver justicia a manos de
los que se han hecho millonarios por ofrecer servicios o por ser dueños de las
empresas más grandes del país, este último rubro es parte de la esquizofrenia
nacional, en donde por una parte se vanagloria a los empresarios mexicanos por
ser de los más ricos a nivel mundial y brillantes a nivel de negocios, pero se
sataniza por ser dueños de las más grandes empresas que nos ven la cara a
diario.
Y en tercer lugar, al
tener que pasar estas reformas por el sistema político mexicano, la ciudadanía
también quiere conocer las posiciones y los intereses que se exhiben y existen
detrás de los políticos involucrados en las votaciones del Congreso. Esto de
las reformas tiene su parte perversa del circo nacional, en donde vemos a
políticos, empresarios, medios de comunicación y todo tipo de especialistas
revolcándose en un juego de intereses y de pasiones, seguramente por eso no
querían que se manchara el circo del futbol con el circo y la telenovela
nacional, realmente es una situación de tragicomedia mexicana.
Pero, queramos o no, las
reformas se están dando, esos intereses que durante tanto tiempo atraparon al
país en un estado de inmovilización, hoy se están moviendo, y es por varias
razones: condiciones internacionales que están afectando a todos, cambios
tecnológicos que presionan al mercado, las famosas convergencias, y, finalmente,
la voluntad política.
Nadie sabe hoy si las
reformas son buenas o malas, la letra de la constitución dice que en algunos
casos sí, pero al final del día las estamos teniendo y eso es bueno para el
país, lo de la guerra de monopolios es sólo una reconformación económica con
nuevas reglas. Al final del día, la ley la transforma el hombre por su uso o
por cambio de la letra.
Ya veremos que pasa en el
futuro, pero estamos viviendo una etapa que no se había vivido en muchos,
muchos años, y la única manera era que todos los monopolios se enfrentaran.
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