Veo con preocupación que, como sociedad, estamos
llegando a un límite de degradación social extremadamente preocupante; en la
última semana hemos visto en las noticias varios casos de agresiones físicas
entre niños y jóvenes en las escuelas de todo el país, causando, desafortunadamente,
hasta niños muertos o heridos de gravedad. El famoso “bulling” de pronto se
posiciona como un grave problema social digno de legislar, según algunos congresistas.
Lo grave del asunto, en mi opinión, es que lo
veamos y tratemos como un problema aislado y único y no como lo que realmente es: la
consecuencia de una sociedad sin valores, en donde el sistema de educación y de
gobierno no están funcionando.
Y para verlo de esta manera, desgraciadamente,
tenemos que reconocer que somos una sociedad con ciudadanos que infringen la
ley y autoridades que no la aplican. Hoy, somos una sociedad que ve sin mayor
consecuencia la corrupción pública y la privada, la delincuencia está
desbordada, por un lado, los que cometen ilícitos y, por el otro, están los que
permiten que el dinero sucio se convierta en parte de la economía; hay
burocracia en las entidades públicas y en las empresas privadas, estamos
acostumbrados a ver grandes desacatos públicos de la ley y no pasa nada, a
padecer cuando la calle se llena de grupos clientelares que presionan a la
autoridad, a observar cuando comunidades que apalean a policías, o bien, a
convivir con comunidades que toman la ley en sus manos, cometen delitos y no
pasa nada.
¿Qué es lo que están viendo nuestros hijos y los
jóvenes estudiantes en la televisión, en las noticias, en la vida diaria? Una
sociedad que no castiga los hechos delictivos y una violencia generalizada en
todo el país. Lo más grave es que la no acción de la sociedad y la incapacidad
de las autoridades policiacas y judiciales están creando un efecto de
dignificación a los actos violentos y delincuenciales.
Hemos caído en un peligroso juego de ping-pong de
incapacidades; un ejemplo es lo que pasa en la ciudad de México en donde la
sociedad culpa al gobierno y el gobierno
culpa a la sociedad, como si fueran entidades distintas. La gran culpa del
gobierno es haber abusado de las redes clientelares y haberlas usado para ganar
espacios políticos y poner a la sociedad en contra de la sociedad; a su vez, la
gran culpa de la sociedad es mantenerse alejada y pasiva. De ahí, hoy vemos
brotes de violencia en contra de las autoridades por no resolver los problemas.
Si bajamos toda esta problemática a las familias,
nos percatamos que vivimos una educación con violencia generalizada, los niños
son reflejo de los que ven en su casa, repiten los modelos y actúan como sus padres
lo hacen a diario. Un niño golpeador o agresivo con sus compañeros es,
seguramente, hijo de una familia con violencia intrafamiliar. Ése es el efecto
que, como sociedad, estamos generando una ciudad sin ley, una comunidad inmune
a las consecuencias y una autoridad débil.
Nos hemos convertido en una sociedad sin valores
y a veces pienso que quisiéramos que alguien nos resuelva el problema. En mi
opinión, la única manera de resolver este tipo de problemas es retomando
individualmente los valores, aplicándolos en nuestra vida diaria y, si todos
fuéramos lográndolo con la congruencia de nuestros actos, podremos crear una
mejor sociedad. De otra manera, no habrá héroes externos que nos presionen a ser mejores ciudadanos. La solución está en cada uno de
nosotros, actuemos correctamente para tener una sociedad correcta y sin
violencia, exijamos en la medida que nosotros mismos cumplamos.
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