México se está moviendo y los viejos actores políticos quieren salir en
la foto otra vez. Pero los ex presidentes y los jugadores políticos de hace 20
años ya se ven viejos y quieren seguir haciendo política como si estuviéramos
en 1994.
Ante la celebración de los 20 años del TLCAN y toda la debacle política
mexicana en ese fatídico 1994, hoy vemos a los mismo actores peleándose
públicamente, Salinas, Zedillo, Camacho y otros más, entrevistas van, cartas vienen, mensajes de
explicación y mensajes de “lo que el ex presidente quiso decir fue…”, al puro
estilo Fox. Y para acabarla, los
panistas no se quedan callados: Calderón
anuncia su fundación y Fox convierte en asilo de viejos políticos su famoso
rancho. No cabe duda que México se
está moviendo y los viejos actores quieren salir en la foto.
Es curioso que todo esto se dé en el marco del
inicio de las discusiones de las reformas secundarias y en donde vemos que, en
conferencia de prensa, el presidente de la junta de coordinación política, Jorge Luis Preciado, anuncia que junto
con las bancadas del PRI y PRD, Acción Nacional llegaron a un
pacto para trabajar en cuatro reformas reglamentarias como son
telecomunicaciones, competencia económica, reforma energética y
política-electoral, además de la reforma al Distrito Federal.
Comentando esta coincidencia con un amigo, éste
me hizo favor de recordarme algunos hechos históricos que son muy importantes; me
decía: “Cuándo México inició un paso reformador durante la administración de Miguel de la Madrid, las condiciones
del país, política y económicamente, eran sumamente complicadas, el modelo
económico proteccionista y estatista había hecho agua, en lo político, las
demandas crecían y la oposición se consolidaba frente a un PRI que se debatía entre la vieja guardia y los jóvenes que tenían
una perspectiva muy diferente para el país. El Presidente de la Madrid entendió que tenía que hacer cambios fundamentales e
inició un proceso reformador que se logró sólo a través de la convocatoria de
todas las fuerzas políticas a través de los llamados pactos; de esa manera, se
inicio la época reformadora.
Más tarde, en el periodo
del Presidente Salinas, el mecanismo de los pactos se cambió por las famosas
concertasesiones, que no fueron otra cosa que imponer reformas y ritmos de éstas
con concesiones otorgadas al PAN con
la intención de minimizar a un naciente PRD.
Si bien se dieron muchas y algunas importantes reformas, el costo antidemocrático
de cómo se llevaron a cabo fue muy alto, en lo económico, con la crisis que
reventó en diciembre de 1994 y, en lo político, con diversos magnicidios,
levantamientos guerrilleros y un rompimiento de la disciplina priísta. Una vez
más, la guerra entre viejos y jóvenes priistas.
Posteriormente, en la
administración del Presidente Zedillo,
se retomó el proceso reformador a través de buscar la participación de todas
las fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión, dando como
resultado lo que se dio por llamar la normalidad democrática, dejando de lado,
por una parte, los conflictos postelectorales y, por la otra, las crisis
económicas recurrentes.
La historia de las
administraciones del PAN es más
complicada. Para empezar, ya no hubo pactos, ni talentos reformadores, no se
pudieron lograr compromisos ni acuerdos, lo que dio, como uno de tantos
resultados, la consolidación de los mesías políticos como López Obrador.”
Hoy, nos enfrentamos al regreso de los pactos; en
la administración del Presidente, hemos visto que los acuerdos políticos se
pudieron traducir en un mecanismo democrático que permitió la participación racional
de las fuerzas políticas para retomar el camino reformador de México, de cara a un cambio de
paradigma que se está dando en el mundo.
De esta manera, hay algunas cosas que vuelven a
su lugar natural como, por ejemplo, los liderazgos mesiánicos como el de Andrés Manuel López Obrador han sido
avasallados. No se han necesitado de campañas de desprestigio, de grandes debates
ideológicos y/o programáticos, simples pactos políticos para dar rumbo al país.
Lo que sí es un hecho es que los ex presidentes y
los jugadores políticos de hace 20 años ya se ven viejos, quieren seguir
haciendo política como si estuviéramos en 1994 y no se dan cuenta que ya
existen las redes sociales, que los mensajes cifrados en entrevistas e
intercambios de cartas epistolares del pasado ya no divierten ni asustan a
nadie y, menos, a un nuevo gobierno con una visión diferente de la política.
Consultor y Analista Político
Twitter: www.twitter.com/@Marcovherrera
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