No cabe duda que nuestro México es mágico, increíble y Kafkiano y, así, estamos finalizando un año más en nuestra historia. Año de Bicentenarios y celebraciones (sin chiste), año de guerra sin cuartel (literalmente, ya que se tuvo que cambiar de la PFP al CISEN, más tarde a Gobernación, después a los Pinos, después al Ejército y, finalmente, a la Marina). Y ahora, con lo de Wikileaks, sólo sabemos que causa estrés y no deja dormir a nadie y, finalmente, vuelve Kafka a adueñarse de la situación con todos los arreglos políticos que preparan la vida electoral de los próximos dos años.
Un año de inestabilidad económica, de sobresaltos y de pleitos, pleitos por todos lados. Si fuéramos en un camión, los mexicanos le tendríamos que gritar al chofer que se fije, ya que no trae papas en el vehículo (típica queja en México), hemos subido y bajado y rebotado por todas las esquinas, las broncas del SME, las Cámaras, los pleitos entre los partidos, los asesinatos políticos, secuestros y, a pesar de todo, el país sigue caminando.
Para muestra, un recuento para finalizar el año:
Diego Fernandez de Ceballos sigue secuestrado, nadie sabe nada y, al parecer, a nadie le importa.
El Diputado Godoy por fin sale de la cajuela del coche directo a la calle, sin fuero (al cierre de este editorial, no sabíamos si volvería a aparecer). Curiosamente, todos aquellos que lo metieron en la cajuela de un automóvil para entrar a la Cámara de Diputados, hoy se lavan la cara con la ley en la mano y las pruebas de la Procuraduría para echarlo a patadas y crucificarlo públicamente. Mientras, el hermano Gobernador hace ceremonia fastuosa, no se sabe si como funeral o como acto de gobierno, en donde varios pensaron que hasta anunciaría su renuncia. ¿Y ahora quién se hará responsable de su desaparición?
En el SME, el líder ya regresó gracias al fuero que le otorga la Toma de Nota que le da el Gobierno Federal al Sindicato. ¡Claro, son muchos miles de millones de pesos en juego! Todo lo dicho ya se olvidó y todos felices (seguro ya se amarró algún negocio por ahí).
A la ex gobernadora de Zacatecas le siguen cayendo las auditorias; seguramente para el año que entra, tras un arreglito, todo el asunto se olvida y vuelve a ser la súper dirigente del partido.
El Calentamiento Global llegó a Cancún y como llegó se fue, sin pena ni gloria.
Santiago Creel quiere repetir la historia del hijo desobediente y se lanza al modo de un buen charro (de los buenos) como candidato para la grande en 2012 (a ver cómo le va, nunca ha ganado una).
Finalmente, vemos el acto de unidad partidaria en el PRI donde Moreira se queda como candidato único para la presidencia y Emilio Gamboa declina esa posición “por el bien del partido y orientado a ganar la Presidencia de México”, acción que no me lleva a otra cosa que pensar ¿Cuál es el gato encerrado en esta acción? Pero en fin, si algo tiene el PRI es disciplina y, al parecer, aprendieron la lección del 2000.
Y no sólo en México nos la jugamos de manera extraña; la Iglesia, a nivel mundial, repite su voluntad milenaria de desaparecer del mapa a todo integrante de su iglesia que hace escándalos: a Maciel lo borran de la historia, ya hasta se parecen a los mexicanos que a sus contrincantes los matan, para después hacerlos héroes, o viceversa.
Y qué decir de Wikileaks, que a pesar de que no descubrió en realidad nada nuevo, al parecer si habrá un antes y un después. Pero en fin, todo esto se ha convertido en las piedras de nuestro azaroso fin de año, en el cual ni siquiera el puente Guadalupe-Reyes le ha podido dar tranquilidad al país.
Para acabarla de amolar, y como un posible escenario para 2011, todos nuestros políticos se perfilan a jugar a la descalificación total. En el próximo año el juego será la crítica sobre el mal desempeño de todos, Calderón y el PAN iniciaron con su tartaleta de que si regresa el PRI volverá todo lo malo de los últimos setenta años. El PRI, por su parte, repetirá su propia historia sobre el PAN que habla de la década perdida y apuntará sobre todos los errores que estamos viviendo la actualidad; los del PRD dirán que ni los del PRI ni los del PAN sirven para nada y que ellos, con su gran y premiado gobierno de la Ciudad de México, demuestran su eficacia.
Lo más curioso es que esa guerra de descalificaciones sólo será, como bien decimos en México, un acto de escupir pa´rriba y les caerá en la cara a todos, ya que no hay muchos que tengan la conciencia tranquila.
Sólo me queda desearles a todos mis lectores que tengan felices fiestas en compañía de sus seres queridos y desearles el mejor de los éxitos para el 2011, esperando que el chofer del país ya no nos traiga con tanto brinco.
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